lunes, 17 de septiembre de 2012

14

Si estuviéramos en medio de un sueño, podríamos estar arriba o abajo, tal vez mirando del balcón para arriba, viendo un infinito de escaleras y lo mismo sucedería si pusiéramos nuestros ojos para abajo. Vaya dilema, por donde subir y bajar, pero, porqué no quedarse y no pensar que se tiene que salir. Es que estamos acostumbrados a regresar siempre a casa y esa es la necesidad de irnos, que se va tornando en angustia, nadie sabe que escalera te lleva a tu destino, te gritan de todos lados las alertas, son caminantes que perdieron el rumbo de la vida y en eso Rapunzel, lanza sus cabellos al infinito, y te dice: yo soy la vida que escogiste vivir, baja sin temor alguno.

13

A un cuervito desde chiquito le dieron de comer y lo criaron con enorme cariño, pero no le interesaba el afecto de su cuidador, a quien siempre le decían: no críes cuervos que te sacarán los ojos y el cuervito le decía a su dueño, no soy yo cuervo con v chica, yo soy cuerbo, con b grande, y pasó el tempo, se hizo fornido y grande e independiente, ya no requería de su cuidador y dueño para vivir y en eso... en una décima de segundo... le sacó los ojos, se los tragó de inmediato y allí lo vemos haciendo gárgaras de felicidad, entonces mientras lo miras, aprende que no debes criar cuervos porque te sacarán los ojos.

Pero, y si los crías, tienes que saber que tarde o temprano, antes que te saquen los ojos, tienes que cortarles el cuello.

12 

Una danzarina decidió bailar siguiendo tan solamente el propio ritmo de su cuerpo, ese era un día especial, simplemente sintió en su corazón que lograba desarrollar la armonía de su cuerpo, con los movimientos más increibles que nunca supuso realizar, y mientras bailaba no pensaba mucho, un silencio envolvía su alma, persistía en la intuición que le dictaba su propia escencia adquiriendo las poses más bellas, y de pronto comprendió que ya todo había acabado, que estaba en el escenario y que el público prorrumpìa en vivas y en aplausos, ello la hizo volver al instante del contacto con otros, saludó con una venía, hizo un gesto delicado de brazo extendido llamando a todos sus bailarines, y mañana ya sería otro día para bailar y emocionar, enamorando a la gente que ama su arte.

11

El nacimiento de una idea, de una genialidad, de lo más pequeño para llegar a lo trascendente, tiene que ser de tú propio y único ser que está detrás de la frente, comunicada por los ojos que están abajo y las orejas a los costados. No sería extraño, podría ser que la nariz le trajera su alimento cada segundo y será acaso que adonde sientes que te llega el soplo que te da vida, y determina con fuerza de sentirte presente. Será que estas allí. ¿Será acaso todo un solo pensamiento, siempre constante y en desarrollo? o ¿Será uno que piensa, que es consciente de todo, hasta donde puede y aparte hay, o tal vez existe, otro quien ordena, manda y no consulta, quien finalmente es el dueño de los impulsos que no comprende, que no tienen razonamiento y salieron así nomás, negando todo lo vivido.


10

La elegante señora, siguiendo los dictados de la moda de París, llena de enaguas y apretada hasta quedarse sin respiración por su corset, demostró el nivel de su clase y subió a la pirámide con absoluta distinción, sin queja ninguna. Hasta que de pronto sintió que se quedaba sin aire. Un pequeño ahogo fue seguido de un montón de pequeñísimas dificultades para respirar hasta que un gran ahogo la obligó a bajar lo antes posible ayudada por manos que jamás, nunca antes, habría tocado. Y gracias a esas manos salvó la vida… Siempre hay que dar la mano, nunca se sabe qué mano te está esperando.

9

Alguna vez un burrito fue el dueño del mundo, no iba ni para atrás ni para adelante, le gustaba ser admirado y querido, que todos estuvieran a sus pies, él los miraba a todos y los veía chiquitos. Nadie estaba a su altura y su nivel. Todo quedó en una intrascendente admiración perpetua, el burrito los veía a todos chiquititos, insignificantes y para los demás, demasiado lejano y grande. Hasta que se aburrieron y cambiaron al burrito por otro burrito.

viernes, 29 de junio de 2012

8


La calle vista desde un balcón tiene atractivos únicamente propios del lugar, de una ilusión llena de movimientos tan reales a veces cuando miras, atractivos cuando no puedes quitarle los ojos de encima, como si fuera lo único que existe y es tan solo un momento determinante de un segundo, no es más y sin que lo puedas explicar te atrapó como si fuera para siempre y es más rápido en el momento en que pierde su atractivo y lo olvidas como si nunca hubiera sucedido.

Es la vida callejera, que nadie comprende porque todo está en movimiento hasta que alguien llega e inicia su vida cotidiana en la calle, convirtiéndose en algo permanente que ya no llama la atención o es el personaje que ya no estás siguiendo y te atrapa ojos, mirada y movimientos, siguiendo su vida cotidiana que está frente a tu balcón.