lunes, 17 de septiembre de 2012

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El nacimiento de una idea, de una genialidad, de lo más pequeño para llegar a lo trascendente, tiene que ser de tú propio y único ser que está detrás de la frente, comunicada por los ojos que están abajo y las orejas a los costados. No sería extraño, podría ser que la nariz le trajera su alimento cada segundo y será acaso que adonde sientes que te llega el soplo que te da vida, y determina con fuerza de sentirte presente. Será que estas allí. ¿Será acaso todo un solo pensamiento, siempre constante y en desarrollo? o ¿Será uno que piensa, que es consciente de todo, hasta donde puede y aparte hay, o tal vez existe, otro quien ordena, manda y no consulta, quien finalmente es el dueño de los impulsos que no comprende, que no tienen razonamiento y salieron así nomás, negando todo lo vivido.