lunes, 17 de septiembre de 2012

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Una danzarina decidió bailar siguiendo tan solamente el propio ritmo de su cuerpo, ese era un día especial, simplemente sintió en su corazón que lograba desarrollar la armonía de su cuerpo, con los movimientos más increibles que nunca supuso realizar, y mientras bailaba no pensaba mucho, un silencio envolvía su alma, persistía en la intuición que le dictaba su propia escencia adquiriendo las poses más bellas, y de pronto comprendió que ya todo había acabado, que estaba en el escenario y que el público prorrumpìa en vivas y en aplausos, ello la hizo volver al instante del contacto con otros, saludó con una venía, hizo un gesto delicado de brazo extendido llamando a todos sus bailarines, y mañana ya sería otro día para bailar y emocionar, enamorando a la gente que ama su arte.