Todos los
pollitos rodeaban a don abuelito, le cantaban y le cantaban, mientras
confeccionaba los huevos de pascua, con enorme paciencia y mejor amor. Estaban
allí, todos ellos de color amarillito patito, en el jardín en el que habían
nacido, empollados por sus madres, criadas por don abuelito, desde muchas
generaciones atrás. Los pollitos, contentos y felices por que acompañaban al más
viejito duende, quien desde que cumplió noventa años, ya nadie recordaba su
edad. Un día su esposa subió al barco que va al poniente y él no la acompañó quedándose
en su jardín. Solamente se le conoce como el don abuelito y todos quienes lo
conocían, lo querían mucho, porque tuvo neumonía casi todo el año, algo
recuperado ya sabían que seguiría con ellos por mucho tiempo y ellos le traían
alegría para nutrir su corazón y él viejo don abuelito les prometía que lo acompañarían
a repartir los ricos huevos de chocolate de pascua, que estaba elaborando.
Mañana para bonita que pasaron los nietitos con su abuelito, en el jardín en el
que siempre fueron felices.