La playa es un encuentro personal, en estos tiempos de
juegos de niñas, no eres más que tú y la arena, que solamente tiene el
propósito de atraerte, sin que te des cuenta, te está invitando a que te quedes
con ella, lo antes posible, no te vas a dar cuenta pero de pronto ya te vas a
sentar, convirtiendo el lugar en tuyo, ya no va a ser de nadie más y el balde
que tienes en la mano carece función alguna que no sea la de traer agua para
construir un castillo, bueno, primero hay que hacer con las manos por lo menos
un hueco en la arena para amurallarlo con una gran pared con enormes torres por
lo menos cuatro y para eso se necesita agua y te das cuenta que llevas ya un
tiempo mirando el mar, que te parece lindo y precioso, lo contemplas sin apuro
alguno, sin darte cuenta que te demora tu sueño inmediato de una fortaleza
enorme en la que puedas tener tu propio sitio en el que George e Isabel con
Henry, podrán acompañarte de invitados, de ninguna manera piensas quedarte
sola, comprendes que te gusta hablar y que nadie te va a escuchar y eso sería
muy aburrido, ya tienes todo listo, mientras las olas, una tras otra llegan a
playa, para siempre y te das cuenta que cuando ya no estés, ellas seguirán
allí, esperándote.