lunes, 3 de febrero de 2014

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En el encuentro de los ojos desde la primera vez, todo vibra, saben que se aman. Muestran únicamente que nacieron solamente para verse, aunque sea una vez en esta vida, y a pesar de que ya todos creen que ya vieron todo, y que nada nuevo existe para ellos en el horizonte, de pronto, todo queda en que nada es extraño, frente a la sonrisa que se abre paso preparándose a la posibilidad de besarse en la boca, y ya pues, nada existe, y el cuerpo se llena de pronto de todas las galas y luce como nadie pudo apreciarlo antes. Es así, no de otra forma, cuando se puede ver a la gente como es, sin falsedad alguna aunque sea presentándose con todos los artificios y lujos existentes, que carecen de importancia, a pesar de que están allí, se pueden ver, son absolutamente atractivos por la verdad de los ojos que no esconden nada y ya cada quien lo ve como quiere verlos.