En esos días de luz brillante gracias al cielo que está
alumbrado en todo lo alto por la estrella que se dice llama sol, que no tiene
rivales, que es imposible que permita que alguien comparta su lugar, se te está
situando en el centro de todo lo existente, en que te basta mirar para arriba y
allí está acompañándote por donde vayas y no lo puedes verlo, porque te
ciega, pero aún así, se te presenta espléndido, sabe que luce y reluce
sobre todo con sus rayos que te hacen sentir calor y en estos tiempos que si te
das cuenta que pasaron tan rápido, como si ni hubieran existido, recuerdas que
todos van vestidos de blanco para que el cuerpo se beneficie con los rayos del
sol, y en la blancura de las ropas y lo liviano de su contextura, es parte de
la moda señalada para que nada impida a la fuerza solar llegar a los seres y
los envuelva con todo el bienestar que posee y así se permite a la divinidad
poseedora de todo lo que transmite para la vida florezca y fructifique por
siempre y para que todos sean felices como el cuento que acaba con el colorín
colorado, y a ti que ya te enseñó todo eso tu mamá miras de costado para que tu
rostro salga perfecto y los rayos del sol te lleven a hacer muecas que no se
verán bien en la fotografía, dejando el recuerdo de tu precioso perfil.