lunes, 3 de febrero de 2014

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En esos días de luz brillante gracias al cielo que está alumbrado en todo lo alto por la estrella que se dice llama sol, que no tiene rivales, que es imposible que permita que alguien comparta su lugar, se te está situando en el centro de todo lo existente, en que te basta mirar para arriba y allí está acompañándote por donde vayas y no lo puedes verlo, porque te ciega, pero aún así, se te presenta espléndido, sabe que luce y reluce sobre todo con sus rayos que te hacen sentir calor y en estos tiempos que si te das cuenta que pasaron tan rápido, como si ni hubieran existido, recuerdas que todos van vestidos de blanco para que el cuerpo se beneficie con los rayos del sol, y en la blancura de las ropas y lo liviano de su contextura, es parte de la moda señalada para que nada impida a la fuerza solar llegar a los seres y los envuelva con todo el bienestar que posee y así se permite a la divinidad poseedora de todo lo que transmite para la vida florezca y fructifique por siempre y para que todos sean felices como el cuento que acaba con el colorín colorado, y a ti que ya te enseñó todo eso tu mamá miras de costado para que tu rostro salga perfecto y los rayos del sol te lleven a hacer muecas que no se verán bien en la fotografía, dejando el recuerdo de tu precioso perfil.