lunes, 3 de febrero de 2014

47

El escenario escolar se agranda para las alumnas y da su espacio para realizar la fiesta, en aquellos tiempos, el colmao flamenco, era lo mejor visto y aceptable, para que fluya sin cesar la guitarra, el canto, el baile y las castañuelas que Agosti sabía imitar su sonido con absoluta exactitud, y que usaría para encantar y hacer cantar a sus hijos y nietos, cuando fueron niños muy pequeños, pero en este momento, detrás de las dos guitarristas, vive lo imposible, la gitanería, que no está señalada para ningún momento de su vida, y eso es estar en el escenario, que arranca simpatías y aplausos, aunque sea por una sola vez en esta vida. Y así delante de todos pasea su figura, ofrece cartas para leer la ventura, que proviene del pasado y se proyecta al futuro, echa la suerte que nadie acepta y profiere una maldición, tan graciosa, que escucha risas y la felicidad de todos la llena de alegría, en medio de las guitarras y de sus propias castañuelas, que ya el canto y el baile, coronará una noche como nunca volvió a ocurrir que ayuda a sonreír en los momentos, que ocurre a todos en los que nada te hacen reír.