El primer
baile, de vestido largo y del mayor esplendor posible, único e inigualable, en
que la jovencita era una estrella en medio de una constelación, estaba señalado
para la fiesta de graduación del colegio, que simplemente se llamaba PROM, o el
baile de promoción, en el que se permitía que una señorita, con toda su
educación secundaria aprobada, se le permitía por primera vez invitar a un
muchacho para que fuera su pareja o acompañante del baile. Nada tiene que ver
con el cuento de la Cenicienta, ni con el baile de Aurora o bella durmiente,
pero es el gran baile, de las más preciosas fiesta que idealizan todos los
ensueños existentes desde la más tierna infancia y que es maravilloso para
quienes logran realizarlo, viviendo cada uno de sus segundos. y además tiene su
propia antesala de su preparación que contiene todas las ansias y angustias de
todo lo anterior a su realización que asemeja siempre a cualquier historia
preciosa convirtiéndose en la fiesta que las acompañará siempre, en el día en
que se presentaron como las más bellas mujeres en la sociedad en la que
vivieron.